domingo, 3 de octubre de 2010

El lugar que yo más amo.

Pienso no es casualidad
lo que ahora estoy sintiendo,
mi pecho lo va entendiendo
como sincronicidad.


Partimos en un verano
con rumbo al sur los bagajes,
atrás quedan los anclajes
que amarran a lo mundano.
Nos recibió un viento sano
en esa oportunidad,
gente de gran calidad,
amable y buena por dentro,
este tan notable encuentro
pienso no es casualidad.

Querría el vago destino
que la cosa no se diera,
puesto que una mujer fiera
separaría el camino.
Ella nunca tuvo tino,
con el tiempo fui entendiendo
que caro le entrego y vendo
mi muy noble corazón.
A mi vida da sazón
lo que ahora estoy sintiendo.

Viviría luego un oscuro
periodo de soledad,
tendría como actividad
principalmente el laburo.
Guitarra sacó de apuros
y aun me viene sosteniendo,
con sus cuerdas va esculpiendo
mi espíritu renovado,
los miedos son desechados,
mi pecho lo va entendiendo.

Después emprendí aventuras
en las tierras bolivianas,
tan pletórico de ganas
que ascendí hasta las alturas.
Acudí con gran premura
buscando tranquilidad,
mi pecho encontró unidad
con la bella cruz chacana,
Tiahuanaco la señala
como sincronicidad.

Ahora tu mano y mi mano
van construyendo camino,
quizás ese era el destino
de los intentos en vano.
El lugar que yo más amo
no es paraje ni nación,
Llaguepe ni Concepción,
paisaje, hogar ni lecho;
está en medio de tu pecho,
y se llama corazón.

Francisco Viveros
Santiago - 27 de Septiembre de 2010.

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