Maldigo calles y aceras,
las escalas y peldaños,
maldigo el paso’e los años
desde hoy día hasta que muera.
Maldigo la tensa espera
que se antecede a la muerte,
maldigo la incierta suerte
del buen hombre maltratado;
maldigo al ruin desalmado
que al golpear se cree fuerte.
¡Cuánto será mi dolor!
Francisco Viveros
19 de Noviembre de 2010
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