En la vorágine urbana
aun hay rincones rurales,
que cual soplos ancestrales
se cuelan por mi ventana.
Olor a empanada horneada
va aportando un pasajero,
otro habla lisonjero
adulando a una chiquilla,
la lluvia y las sopaipillas
acompañan mi sendero.
Me parece muy importante
dejar esto por escrito,
para algunos inaudito
para mí, reconfortante:
la relación galopante
que se entabla en el camino,
la conversación con tino
y el saludo cotidiano,
que transforma a un ciudadano
en un perfecto vecino.
Francisco Viveros
En el Metrobús 74, camino a Pirque.
El lluvioso Domingo 7 de Noviembre de 2010
bellísisisisimo!!!
ResponderEliminar=D
:)
ResponderEliminarPancho, me encantó!
ResponderEliminarEspacio libre, gente buena ¡qué ganas de arracarme pa allá un ratito!
Un abrazo!
Siii!! Hay que darse el tiempo de salir de Santiago a veces...claro que mis clases de los Sábados me impiden irme muy lejos, pero Pirque o la costa son buenas alternativas ;)
ResponderEliminar